domingo, 10 de junio de 2012

Una peli para ver: Doce hombres en pugna (1957), de Sidney Lumet.





“La justicia en el pilar más firme de dios” se lee en el edificio donde transcurre toda la película. En el Tribunal de primera instancia, durante una jornada de un insoportable e incómodo calor, de esos que anuncian una tormenta de cielo negro, se va a definir el futuro de un humilde joven de 18 años.
Las imágenes de la sala reúnen al juez, los abogados y el jurado. Luego el joven recibe los dos únicos planos que se le realizan en todo el film: el primero lo muestra de perfil, no se llega a ver su rostro sino la mirada de los jurados que se posan sobre él. Luego sí, un plano de frente muestra su rostro inmóvil, con ojos vidriosos, brillantes, como cargados de lágrimas.

El film Doce hombres en pugna podría ser un fiel relato de los debates actuales acerca de los jóvenes y la cuestión penal, y de cómo los más desprotegidos y postergados son el blanco perfecto de un sistema que en lugar de hacer cumplir sus derechos, los acorrala y los criminaliza.

Después de leer la nota de tapa del nº 99 de La Pulseada (http://www.lapulseada.com.ar/site/?p=3392) pensé en esta peli. Allí se indica cuán lejos está de cumplirse la Ley provincial de Promoción y Protección Integral de los Derechos de los Niños. La política llevada adelante por la provincia de Buenos Aires en los últimos años con respecto a los derechos humanos de la niñez pone de manifiesto la forma que implementa el Estado para tratarla, poniendo el énfasis en una mirada penal, acusatoria, del sector social más postergado, en lugar de atender a sus derechos y garantizarlos.

En la película Doce hombres en pugna, doce hombres conforman el jurado que debe decidir sobre si un joven de 18 años irá o no a la silla eléctrica, acusado de haber matado a su padre. Doce hombres bien distintos, con algo en común: el haber escuchado todos los alegatos, que sin tener ninguna certeza se animarán a debatir si el joven es culpable o no.

 “Digamos que este chico es el producto de un hogar destruido en un barrio pobre. No podemos cambiar eso. Estamos aquí para decidir si es inocente o culpable. No para hablar de las razones por las que creció como creció. Nació en un barrio pobre. Los barrios pobres son semilleros de criminales. Sabemos eso. No es un secreto que los chicos que vienen de barrios pobres son potenciales amenazas para la sociedad”. “Los chicos no son buenos. No hay uno que sea bueno. Son peligrosos. Son salvajes”, dice uno de  los doce hombres.

A través de brillantes diálogos esta película retrata una visión de la niñez muy cercana a la que hoy persiste. Ésa que dice que los chicos son peligrosos y que niega que ellos son los que en realidad están en peligro.

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